El
fraude electoral es la intervención deliberada en un proceso
electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los
resultados reales. La democracia representativa se basa en el voto y,
en consecuencia, se desvirtúa ante las sospechas de irregularidades
en los comicios. Sin embargo, las denuncias al respecto han aumentado
en los más diversos países. Peligros que acechan al sistema En las
últimas décadas aparece una contradicción en el funcionamiento de
las democracias. A pesar de que la organización de las elecciones se
ha profesionalizado como nunca antes, y de que los ciudadanos
disponen de herramientas de comunicación que les permiten registrar
e informar datos de los actos públicos en que participan, han
aumentado en varios países las denuncias de irregularidades y fraude
electoral". Algunos mecanismos de defensa contra el fraude
electoral consisten en la creación de órganos y tribunales
electorales integrados con funcionarios no seleccionados por el poder
ejecutivo y se han tipificado un buen número de delitos para
castigar a los instigadores, colaboradores, beneficiarios y
ejecutores de cada una de las prácticas del fraude electoral, sin
embargo aún falta mucho por hacer ya que ninguna legislación
contempla el fraude mediático, aunque en algunos países se prohíbe
muy convenientemente que los partidos se promuevan en la televisión
por medio de anuncios, lo tienen que hacer en espacios
específicamente diseñados para eso. Sin embargo muchas de estas
medidas resultan insuficientes, la cultura del fraude electoral en
países como México o Perú, es enorme, pero es en países llamados
desarrollados donde este fenómeno se acentúa más (Estados Unidos,
Italia, entre otros). Por mucho que todo esto se quiera impedir,
siguen y seguirán existiendo estas fraudulentas formas de intentar
parecer los mejores a costa de los demás, y esta es una forma muy
simple de hacer mucho daño a personas, a pueblos, a ciudades, a
provincias, a comunidades autónomas, y mismo aun país entero y a
toda su población . Existen diversas técnicas practicadas para
ejecutarlo, a continuación se mencionan algunas: -Suplantación del
elector, consiste en que otra persona vota en lugar del elector, por
ejemplo, personas que han fallecido. -Coacción o presión al elector
para impedirle que libremente elija el candidato o una opción
propuesta. Una forma es el acarreo de votantes, o traslado de
personas, por parte de dirigentes políticos, al colegio electoral
con el fin de que depositen el voto a su partido. -Compra de votos.
-Robo de ánforas o paquetes electorales antes de que sean
debidamente computados. -Adulteración de las actas de la elección
modificando los números de sus resultados reales. -Sustitución de
paquetes electorales, actas, etc. -«Embarazo de urnas», es decir,
introducción de fajos de boletas previamente votadas en la urnas
para inflar la votación de una candidatura, partido u opción
electoral. -Caída de los sistemas de cómputo en red para confundir
a la opinión pública y manipular los resultados electrónicamente.
-Utilización de recursos ilícitos para aumentar el gasto de campaña
y obtener ventaja ilegal en la publicidad. -Complicidad con
funcionarios de los procesos electorales para ocultar las evidencias
del fraude electoral. -Intervención del Gobierno, para favorecer a
un candidato, partido o propuesta electoral, mediante propaganda
maliciosa o ejecución de obras concretas ofrecidas por el candidato
o partido al que se quiere favorecer de manera fraudulenta. -Control
de los medios de comunicación para confundir y engañar a los
electores haciéndolos creer que el resultado fraudulento es
legítimo. -Uso de la fuerza pública contra los inconformes.
-Manipulación de los sistemas de cómputo. -Soborno de las personas
que cuentan los votos.
Historia
viernes, 25 de marzo de 2016
La Crisis Económica de España
El
reinado de Alfonso XIII se inicia en 1902 cuando es coronado rey a la
edad de dieciséis años y concluye en 1931 cuando abandona el país
con la proclamación de la República. Hasta 1923 reinó estando
vigente la constitución de 1876, apoyó el golpe de Primo de Rivera
y reinó durante su dictadura, y, tras la dimisión del dictador,
intentó continuar su reinado volviendo a la constitución canovista.
Intento infructuoso porque a los pocos meses tuvo que ceder paso al
nuevo sistema republicano y abandonar el país.
El
período que se inicia en 1902, con el ascenso al trono de Alfonso
XIII, y concluye en 1923, con el establecimiento de la dictadura de
Primo de Rivera, se caracterizó por una permanente crisis política.
Así
desde 1917 se sucedieron los gobiernos de coalición, sujetos a
alianzas y continuos cambios. Ni liberales ni conservadores
consiguieron mayorías suficientes para conformar gabinetes sólidos.
En 1905 estalló una grave crisis en Cataluña. La victoria de Lliga
Regionalista de Cambó y Prat de la Riba en las elecciones
locales de 1906 alarmó al ejército que veía en peligro la unidad
del país. Los comentarios satíricos anticastrenses en alguna
publicación barcelonesa, llevaron a que trescientos oficiales
asaltaran e incendiaran las imprentas. La reacción del gobierno fue
ceder ante el Ejército: en 1906 se aprobó la Ley de Jurisdicciones
que identificaba las críticas al Ejército como críticas a la
Patria y pasaban a ser juzgadas por la jurisdicción militar.
La
reacción pública fue inmediata. Una nueva coalición, Solidaritat
Catalana, consiguió una clara victoria electoral en 1907,
reduciendo drásticamente la representación de los conservadores y
liberales en Cataluña.
El
Regeneracionismo de Joaquín Costa fue la principal expresión de una
renovada conciencia nacional que aspiraba a la reforma del país. El
pensamiento de Costa se concretó en su obra "Oligarquía y
caciquismo" publicada en 1901 en la que criticó radicalmente al
sistema caciquil que había impedido la implantación de una
verdadera democracia basada en las clases medias y la modernización
económica y social del país.
Antonio
Maura, líder del Partido Conservador, llegó al poder en 1907 con un
programa reformista: modificó la ley electoral, estableció el
Instituto Nacional de Previsión e intentó sin éxito aprobar una
tímida autonomía para Cataluña. Su proyecto reformista se derrumbó
en 1909.
Barcelona,
corazón en aquella época de la industrialización española, había
vivido desde principios de siglo un gran auge de las movilizaciones
obreras que había culminado en 1907 con la creación de Solidaridad
Obrera, organización anarquista que nació como respuesta a la
burguesa y nacionalista Solidaritat Catalana.
Alejandro
Lerroux y su Partido Republicano Radical también se desarrollaron en
la Ciudad Condal con un programa demagógico y anticlerical.
La
Ley de Jurisdicciones de 1906 trajo un reforzamiento del
anticlericalismo y antimilitarismo en la ciudad. La política
autoritaria del gobierno de Maura no ayudó a calmar los ánimos.
Sin
embargo, fue la guerra de Marruecos, la que determinó el estallido
de la Semana Trágica.
Los
ataques de los habitantes del Rif contra los trabajadores españoles
de una compañía minera llevó a la movilización de reservistas.
Las protestas obreras pronto aparecieron en Barcelona y Madrid.
Los
primeros choques militares se saldaron con el Desastre del Barranco
del Lobo con más de mil doscientas bajas españolas. El día 26 de
julio estalló la huelga general en Barcelona, convocada por
Solidaridad Obrera y la UGT. Se iniciaron tres días de protestas,
quemas de conventos, enfrentamientos con el ejército. La Semana
Trágica tuvo un brutal coste humano: un centenar de muertos,
heridos, destrucciones... La represión fue muy dura y culminó con
el juicio sin garantías y la ejecución de Francisco Ferrer y
Guardia, pedagogo anarquista y fundador de la Escuela Moderna.
La
Semana Trágica se llevó por delante el programa reformista de
Maura. Mientras el PSOE conseguía que Pablo Iglesias fuera elegido
diputado en 1910, el liberal José Canalejas llevó a cabo el último
intento regeneracionista dentro del sistema de la Restauración.
Susacción reformista (servicio militar obligatorio en tiempos de
guerra, ley del "candado", Ley de Mancomunidades que se vio
finalmente frustrada en el Senado) acabó brutalmente con su
asesinato por un anarquista en 1912. En adelante, podemos hablar de
una crisis permanente de los partidos del turno.
La
I Guerra Mundial dividió al país entre aliadófilos (liberales e
izquierdas) y germanófilos (derechas conservadoras), pero trajo un
periodo de prosperidad económica. España, neutral, pudo convertirse
en abastecedora de muchos productos para los países contendientes.
El mal reparto social de los beneficios del boom económico y la
creciente inflación llevaron al estallido social y una profunda y
compleja crisis en 1917
La
huelga general, sin embargo, trajo inmediatas consecuencias. Ante la
amenaza de revolución obrera, las Juntas de Defensa abandonaron sus
peticiones y apoyaron la represión contra los huelguistas. Por otro
lado, la dimisión de Eduardo Dato y la formación de un gobierno de
coalición con la participación de la Lliga Regionalista trajo la
inmediata desactivación de la Asamblea de Parlamentarios.
La
lucha social de clases se había convertido en el gran problema del
país. El fin de la I Guerra Mundial trajo una profunda crisis
económica y social que inmediatamente desencadenó una gran
conflictividad social en Barcelona (1919-1921)
Las
huelgas y protestas alentadas por los anarquistas se encontraron con
una dura represión del nuevo gobierno de Maura, que contaba con el
pleno apoyo de la burguesía catalana. Para contrarrestar la "acción
directa" de los anarquistas, el sector más duro de la patronal
creó el denominado Sindicato Libre, grupo de pistoleros que actuó
con el apoyo policial. La aplicación de la "Ley de Fugas",
pura y simple ejecución sin juicio de los detenidos exacerbó aún
más el conflicto.
La
respuesta anarquista llegó en 1921 con el asesinato de Eduardo Dato,
presidente del gobierno. Dos años después, el líder anarquista
Salvador Seguí murió asesinado.
La
conflictividad social en el país y los fracasos en la guerra de
Marruecos marcaron el camino a la intervención militar. En 1923 el
entonces Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera,
dirigió un golpe militar que acabó definitivamente con el régimen
de la Restauración.
Comentario Colbert-Mazarino
Colbert: Para
conseguir dinero, hay un momento en que, engañar [al contribuyente]
ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que me
explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está
endeudado hasta al cuello…
Mazarino:
Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de
deudas, se va a parar a la prisión. Pero el Estado…!! cuando se
habla del Estado, eso ya es distinto!! No se puede mandar el Estado a
prisión… Por tanto, el Estado puede continuar endeudándose. Todos
los Estados lo hacen!
Colbert: Ah
sí? Usted piensa eso? Con todo, precisamos de dinero. Y cómo hemos
de obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?
Mazarino: Se
crean otros.
Colbert: Pero
ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.
Mazarino: Es
cierto, eso ya no es posible.
Colbert: Entonces,
¿sobre los ricos?
Mazarino: Sobre
los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta,
no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.
Colbert: Entonces
cómo hemos de hacer?
Mazarino: Colbert,
tú piensas como un queso de Gruyere o como el orinal de un
enfermo!!. Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los
pobres!! Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún
día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que
debemos gravar con más impuestos…, cada vez más…, siempre más!
A esos, cuanto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo
que les quitamos¡¡. Son una reserva inagotable!!.
Este
diálogo, no es
un diálogo real, pertenece
a
la
ficción, y
está extraído de
una
obra de teatro del
dramaturgo francés Antoine Rault, titulada:
"Le
Diable rouge".
La
obra, una comedia francesa, no fue
escrita hace
cuatro
siglos,
si
no hace solo unos
pocos años,
y
se
estrenó
en
2008. Esta obra trata sobre el
cardenal Mazarino, y
más concretamente sobre la
última
etapa de
su
vida. Fue
un gran éxito en Francia. En cualquier
caso y
aún
siendo
pura ficción, se
puede
extrapolar perfectamente a nuestros
días y
no deja
de ser una gran verdad, que pone
al
descubierto
un lema que no cambió
nunca a través de
la
historia.
Esto
no
quiere
decir
otra cosa
que nos tocará "apechugar" a
los
de siempre.
En definitiva que pagaremos la
crisis
todos aquellos
que no la
provocamos.
Comentario Desamortización
La
desamortización española fue un largo proceso histórico,
económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la
denominada «Desamortización de Godoy» (1798) —aunque hubo un
antecedente en el reinado de Carlos III de España— y cerrado bien
entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). Consistió en poner en
el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta
pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían
enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de
las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia Católica y las
órdenes religiosas —que los habían acumulado como habituales
beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos— y los
llamados baldíos y las tierras comunales de los municipios, que
servían de complemento para la precaria economía de los campesinos.
Dicho con las palabras de Francisco Tomás y Valiente, la
desamortización española presentó "las características
siguientes: apropiación por parte del Estado y por decisión
unilateral suya de bienes inmuebles pertenecientes a «manos
muertas»; venta de los mismos y asignación del importe obtenido con
las ventas a la amortización de los títulos de la deuda".
En
otros países sucedió un fenómeno de características más o menos
parecidas. La finalidad prioritaria de las desamortizaciones habidas
en España fue conseguir unos ingresos extraordinarios para amortizar
los títulos de deuda pública —singularmente vales reales— que
expedía el Estado para financiarse —o extinguirlos porque en
alguna ocasión también se admitieron como pago en las subastas—.
Asimismo persiguió acrecentar la riqueza nacional y crear una
burguesía y clase media de labradores que fuesen propietarios de las
parcelas que cultivaban y crear condiciones capitalistas
(privatización, sistema financiero fuerte) para que el Estado
pudiera recaudar más y mejores impuestos.
La
desamortización fue una de las armas políticas con la que los
liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen
para implantar el nuevo Estado liberal durante la primera mitad del
siglo XIX.
-
Un ejemplo más reflejado en nuestra historia de la resolución de
los problemas por parte del gobierno que el mismo se ocasiona, es
decir, pagan justos por pecadores. Un ejemplo más de que la avaricia
rompe el saco, ya que estoy convencido de que cualquier español
medio en esa época acabaría robando igual y gastándose el dinero
de la misma manera hasta llegar al punto extremo de tener que
expropiar los bienes de sus ciudadanos para eliminar la deuda pública
del país. Casualidad es que además a los que menos tienen son a los
que más les sacan, solo hay una cosa en mi opinión "políticamente
correcta" y es la expropiación de los bienes de la iglesia
producida en numerosas ocasiones a lo largo del sigo XIX aunque a día
de hoy eso no halla surgido ningún efecto en la sociedad actual ya
que se siguen destinando auténticas millonadas a la iglesia que en
el pasado engañó torturó y mató en nombre de Dios. ¿Es ese el
verdadero cometido de la iglesia? yo creo que no a parte de que
hablando mal y pronto "el chiringuito se les desmonta por todos
lados" ya que las generaciones venideras cada vez creen en menos
cosas ya que no se les inculca desde pequeños, por no hablar de la
ciencia que se está abriendo paso frente a la ignorancia.
Comentario Diezmo
Diezmo
procede del vocablo latino decimus y está vinculado a un décimo (la
décima parte de algo). El concepto se utilizaba para nombrar al
derecho del 10% que un rey exigía sobre el valor de las mercaderías
que entraban a su reino o que se traficaban desde sus puertos.
La noción de diezmo, por lo tanto, suele asociarse a un impuesto del 10% que se debía pagar a un rey, a un gobernante o a un líder religioso. Quienes debían realizar el pago entregaban la décima parte de sus ganancias o ingresos al acreedor.
El diezmo se remonta a tiempos bíblicos. El patriarca Abram, quien luego sería Abraham (“padre de muchos pueblos”), le entregó un diezmo al sacerdote Melquisedec en una muestra de gratitud. Con el tiempo, el diezmo se instruyó para todos los sacerdotes levitas e incluso se estableció como obligación o ley.
En la actualidad, el diezmo suele ser optativo en la religión, aunque diversas ramas (como los evangelistas) insisten en la importancia de que los fieles guarden una parte de sus ingresos para contribuir con la iglesia. Se suele considerar el diezmo como una responsabilidad ante Dios ya que ayuda a la difusión de su palabra en el mundo.
Incluso desde una óptica no religiosa, la importancia del diezmo no reside precisamente en el monto de dinero con el cual se colabore, sino en el hecho de sentirse parte de un movimiento, de una comunidad, en la satisfacción de saberse un integrante fundamental para su continuidad y su desarrollo. De hecho, el diezmo no siempre representa exactamente el 10% de los ingresos, y en muchos casos se utiliza el término simplemente como sinónimo de donación u ofrenda.
Muchos aseguran que cuando aprendemos a compartir lo que obtenemos con los demás, incluso cuando lo hacemos con personas y animales a los que no conocemos ni conoceremos jamás, nos sentimos más cerca de los demás y de nosotros mismos. A pesar de que una persona gane su dinero sin ayuda de nadie, con mucho esfuerzo y sin exceder los límites de la Ley, la única forma de disfrutarlo no necesariamente es destinarlo a sí misma en su totalidad: a veces, ayudar a que mejore el mundo a su alrededor puede devolverle mucho más de lo que entrega.
El diezmo, por lo general, tenía como finalidad la recaudación de fondos para el mantenimiento material de la Iglesia y de sus ministros. El aporte de los fieles, por lo tanto, no siempre se destinaba a los más necesitados, sino para mantener una estructura de poder y a una jerarquía eclesiástica.
La noción de diezmo, por lo tanto, suele asociarse a un impuesto del 10% que se debía pagar a un rey, a un gobernante o a un líder religioso. Quienes debían realizar el pago entregaban la décima parte de sus ganancias o ingresos al acreedor.
El diezmo se remonta a tiempos bíblicos. El patriarca Abram, quien luego sería Abraham (“padre de muchos pueblos”), le entregó un diezmo al sacerdote Melquisedec en una muestra de gratitud. Con el tiempo, el diezmo se instruyó para todos los sacerdotes levitas e incluso se estableció como obligación o ley.
En la actualidad, el diezmo suele ser optativo en la religión, aunque diversas ramas (como los evangelistas) insisten en la importancia de que los fieles guarden una parte de sus ingresos para contribuir con la iglesia. Se suele considerar el diezmo como una responsabilidad ante Dios ya que ayuda a la difusión de su palabra en el mundo.
Incluso desde una óptica no religiosa, la importancia del diezmo no reside precisamente en el monto de dinero con el cual se colabore, sino en el hecho de sentirse parte de un movimiento, de una comunidad, en la satisfacción de saberse un integrante fundamental para su continuidad y su desarrollo. De hecho, el diezmo no siempre representa exactamente el 10% de los ingresos, y en muchos casos se utiliza el término simplemente como sinónimo de donación u ofrenda.
Muchos aseguran que cuando aprendemos a compartir lo que obtenemos con los demás, incluso cuando lo hacemos con personas y animales a los que no conocemos ni conoceremos jamás, nos sentimos más cerca de los demás y de nosotros mismos. A pesar de que una persona gane su dinero sin ayuda de nadie, con mucho esfuerzo y sin exceder los límites de la Ley, la única forma de disfrutarlo no necesariamente es destinarlo a sí misma en su totalidad: a veces, ayudar a que mejore el mundo a su alrededor puede devolverle mucho más de lo que entrega.
El diezmo, por lo general, tenía como finalidad la recaudación de fondos para el mantenimiento material de la Iglesia y de sus ministros. El aporte de los fieles, por lo tanto, no siempre se destinaba a los más necesitados, sino para mantener una estructura de poder y a una jerarquía eclesiástica.
domingo, 7 de febrero de 2016
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